lunes, 21 de mayo de 2012

JORGE SÁNCHEZ ALBARRACÍN

El almuerzo de los remeros 1881 (Renoir).
   Renoir retrata una tarde estival perfecta; el almuerzo toca a su fin, ya que todavía quedan sobre la mesa los postres y el vino. La imagen proyecta un ambiente totalmente relajado donde parecen charlan tranquilamente. El tipo de charla, por la posición de los personajes podrían ser de cotilleos, bromas, y algún que otro flirteo. El cuadro emana una alegría de vivir, es como una foto captada en un momento de disfrute y placer de la vida, con un hermoso paisaje y una abundante comida y unos remeros, que por aquel entonces estaban de moda en Paris. Las mujeres se ven hermosas y bien vestidas y parecen pertenecer a la burguesía. Parece ser verano.

Naturaleza muerta de la mesa de dibujo 1889 (Van Gogh).
   Alimento, bebida, libro y vela así como la pipa y el tabaco retrata más bien la personalidad del pintor, yo lo veo más un autorretrato que un bodegón, el bodegón es como una expresión de la personalidad del autor; el libro Annuaire de la Sante y la carta (quizá dirigida a él) humaniza el bodegón. Lo entiendo y miro como el rincón preferido del autor, los bodegones suelen ser un tributo a la vida, pero yo intuyo en esta obra algo más espiritual, es como una narración costumbrista del pintor fielmente reproducida por sus pinceles.

El discóbolo de Mirón siglo V
   Parece representar el esfuerzo por excelencia del atleta. Al observar detenidamente esta escultura, lo comparo con el culto al cuerpo que actualmente tienen los jóvenes que frecuentan los gimnasios, y su “fiebre” por marcar todos los músculos de su cuerpo. Se puede apreciar la sensación de movimiento, a pesar de ser una escultura, y la activación de los musculos que intervienen en la acción que desarrolla; además se ve la técnica que demuestra el atleta al realizar el lanzamiento y la armonía de su cuerpo.

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